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19 de marzo de 2007

"Nos tienen olvidados":Heridos revelan abandono

WASHINGTON – Son parte del grupo de soldados que escaparon, por suerte o milagro, de las garras de la muerte.

La opinión pública suele reconocer a los caídos en la guerra de Irak - que hoy cumple cuatro años- y aplaude el retorno de las tropas involucradas en el conflicto bélico.

Pero cuatro soldados de la Guardia Nacional de Puerto Rico que resultaron heridos en Irak sienten que para ellos no hay atenciones especiales desde la Isla y quedan en el olvido. Muchas veces permanecen en el vacío, inciertos con relación a su futuro y ansiosos de recuperar lo perdido.

También consideran que la Guardia Nacional de Puerto Rico no hace suficiente para darles apoyo, principalmente si estaban integrados a un batallón que no era el suyo.

Los cuatro – Luis Lucena, Nelson Espinosa, William Santos y Confesor Montañez-, fueron heridos de gravedad entre octubre y diciembre de 2006, de los que prácticamente no se habló. De allí fueron trasladados a Alemania y luego al hospital militar Walter Reed en Washington, donde estuvieron hospitalizados por semanas y ahora reciben cuido ambulatorio.

"Nos tienen olvidados, porque no somos conocidos en esas unidades", indicó Luis Lucena, quien pertenece al batallón 892 de la Guardia Nacional, pero resultó con heridas en el ojo y la frente como consecuencia de una explosión ocurrida en Bagdad, en momentos en que tropas del batallón 130 de ingeniería se aseguraba de que carreteras de la capital iraquí estuvieran libres de explosivos.

De las tareas militares en Irak, las que realiza el batallón 130, el cual seguirá activo en esa nación hasta enero de 2008, son de las más riesgosas.

Lucena, quien en la vida civil pertenece al Cuerpo de Investigaciones Criminales, sostuvo que la Guardia Nacional nunca ha ido a hablar con su esposa ni a conocer las necesidades de su familia.

"Tuve que notificarle yo mismo a mi esposa que había sido herido, comunicarme con ella sobre el traslado que después me hicieron al centro médico Walter Reed y tramitar los pasajes para que ella y mis hijos me vinieran a ver durante el tiempo de mi recuperación", dijo Lucena.

Nelson Espinosa, también miembro de la 892, resultó con heridas graves en su brazo izquierdo, considera también que la jefatura de la Guardia Nacional, más allá de visitas protocolarias, no ha mostrado entusiasmo para conocer la situación de su familia.

Los soldados Confesor Montañez y William Santos, miembros del batallón 130 y que también sufrieron heridas en Irak, coinciden en que los casos de Lucena y Espinosa la desatención ha sido mucho peor. Sin embargo, expresan que en general la respuesta oficial de la Guardia Nacional no ha reflejado suficiente solidaridad.

"Con los compañeros de otras unidades, sí que han bregado mal", indicó el sargento Montañez, a quien los fragmentos de una bomba le perforaron el pulmón y lesionaron el hígado. Santos, por su parte, perdió el brazo izquierdo como consecuencia de una bomba que explotó debajo de su vehículo, en octubrepasado.

Montañez, quien estuvo a punto de perder la vida en el incidente ocurrido el 4 de diciembre de 2006, sostuvo que el primer sargento de su unidad es el único líder del batallón 130 o de la jefatura de la Guardia Nacional que ha demostrado interés en su recuperación.

Hace unas semanas, el gobernador Aníbal Acevedo Vilá les dio una visita de cortesía. La semana pasada, el director ejecutivo de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico (PRFAA), Eduardo Bhatia, les invitó a almorzar.

Y el nuevo ayudante de la Guardia Nacional, coronel David Carrión Baralt, aprovechó una visita a Washington para asistir a la ceremonia en que algunos recibieron la Medalla del Corazón Púrpura.

"Lamento que se sientan así y que no me lo dijeran antes", dijo ayer Carrión Baralt, al indicar que en una conversación hace dos semanas con el general Roberto Marrero fue cuando por vez primera estos soldados expresaron su frustración.

Los guardias nacionales sienten que son parte de un grupo de soldados que se enfrentan también ahora a la inseguridad de cuál va a ser su futuro.

¿Podrán volver a sus antiguos trabajos? ¿Qué beneficios de pensión les otorgarán? ¿Y cuál va a ser la calidad del seguimiento médico que deberán recibir en la Isla?

Los cuatro soldados entrevistados este fin de semana por El Nuevo Día – entre el viernes y ayer, domingo-, consideran que han sido excelentes los servicios médicos recibidos en Walter Reed, institución hospitalaria que se encuentra en medio de un escándalo por las condiciones sanitarias de algunos edificios.

Espinosa, sin embargo, dijo que su primera experiencia con el hospital de Veteranos de San Juan no fue positiva.

En diciembre pasado, cuando recibió permiso de las autoridades médicas para visitar Puerto Rico en la época navideña, un funcionario de Walter Reed tuvo que intervenir para que el hospital de Veteranos de San Juan le programara sus terapias.

Los cuatro guardias nacionales – que han tenido que lidiar con uno de los inviernos más fríos que lo usual en Washington D.C.-, coinciden además en que fue muy duro tener que ir a la guerra de Irak el verano pasado, en momentos en que la opinión pública estadounidense comenzaba a alcanzar un consenso a favor del retorno de sus tropas.

"Como militar tuve que hacer mi trabajo, pero ya es hora de retirar las tropas", dijo Lucena. "Estados Unidos – indicó, por su parte, Espinosa-, no tiene nada que ir a buscar allí. Ir como tercera parte a tratar de arreglar un país que ha estado peleándose por años no es lo correcto".