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22 de mayo de 2008

Tres soldados boricuas se sienten abandonados por la Guardia Nacional.

Azotados por el fantasma de Irak

Por José A. Delgado / jdelgado@elnuevodía.com

Washington– Ocho meses después de regresar de Irak, tres soldados boricuas que estuvieron bajo tratamiento en el hospital Walter Reed, de Washington D.C., batallan en contra de las pesadillas de esa guerra y piensan que la Guardia Nacional de Puerto Rico les tiene en el olvido.

Los guardias nacionales Pedro Colón, Eliezer Díaz y Roberto Vázquez reclamaron que es tiempo de poder recibir atención médica cerca de los suyos, a través de la clínica del Fuerte Buchanan de Puerto Rico, pues a la tensión mental continua en que los dejó la guerra de Irak se ha sumado el distanciamiento de su familia inmediata.

"Literalmente hay que patear puertas para que nos escuchen", dijo Colón, un policía militar que, como Díaz, estuvo durante un año en el campo de batalla, a minutos de Bagdad.

Los soldados -que estuvieron asignados en Irak a la unidad 240 de policías militares- dicen estar extenuados de ser transferidos de oficina en oficina en la Guardia Nacional y aseguran que si no hubiese sido por la intervención de una trabajadora social del Walter Reed ni siquiera hubiesen podido llevar recientemente sus quejas ante el comisionado residente Luis Fortuño.

Vázquez sostuvo que la única persona de la Guardia Nacional que se ha preocupado por su situación ha sido el teniente José Plaza.

"En la oficina de Fortuño (antes de concederles la reunión) nos referían constantemente a San Juan a pesar de que estamos a 20 minutos de él", dijo Colón, quien estuvo activo en Irak con la unidad 240 de Juana Díaz, aunque pertenece a la 480. Tras la reunión, sin embargo, Fortuño se comprometió con los soldados a ayudarles a promover sus casos ante las autoridades federales y de la Guardia Nacional.

A su regreso de Irak, en octubre de 2007, los soldados se quedaron en el Fuerte Dix, de Nueva Jersey, bajo tratamiento médico como consecuencia de la tensión causada por la guerra (el trastorno por estrés postraumático).

Pánico, depresión y pérdida de sueño son síntomas continuos, según indicaron.

A ello se suman los recuerdos de los incidentes más duros de la guerra, como los casi diarios ataques de mortero hacia su campamento militar.

"Veo el corre y corre hacia los 'bunkers', revivo el momento en que el explosivo estalló cerca del 'humvee' ", dijo Colón. "Las pesadillas no terminan", coincidió Díaz, quien es policía en la División Antidrogas de Aibonito.

Urgen traslado a Buchanan

Los guardias nacionales estuvieron unas tres semanas bajo tratamiento en el hospital Walter Reed, antes de regresar al Fuerte Dix. Pero, dicen que desde hace un tiempo le reclaman a la Guardia Nacional de Puerto Rico que se les transfiera a la clínica del Fuerte Buchanan, donde consideran que pueden seguir recibiendo atención y disfrutar de la compañía de sus familiares.

Díaz explicó que se casó poco antes de ser movilizado a la guerra en agosto de 2006. En el último año, no ha podido ver por más de siete días a su hija.

Colón dijo que desde que llegaron en octubre pasado a Estados Unidos, tras terminar sus funciones en Irak, sólo ha podido encontrarse con su esposa y sus dos hijos durante las Navidades en Orlando, Florida.

Vázquez, quien es guardia en el recinto de San Germán de la Universidad Interamericana, comentó que para poder ver a su esposa tuvo que pagarle un pasaje y hotel en Nueva Jersey. "Hay muchos servicios de apoyo que la Guardia Nacional parece desconocer", dijo.

"Estamos reparando un daño, pero a su vez nos crean otro", sostuvo Colón, al indicar que muchos soldados estadounidenses que reciben tratamiento ambulatorio en el Walter Reed tienen la ventaja de que con sólo viajar unas horas pueden pasar un fin de semana al mes con su familia.

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