...LA GUERRA ES LA ANTITESIS DE LA PAZ Y NOSOTRAS LUCHAMOS POR LA PAZ...

5 de abril de 2012

Triste es el caso, lo conocemos, bendito...

Admiramos la perseverancia de este joven su tenacidad , pero sufrimos que al conversar con el joven nos percatamos de que la guerra ensucia el alma: le aclaramos que no todos los musulmanes son violentos, que la venganza mata, de que al perdonar nos superamos espiritualmente, cultivemos la paz.
www.endi.com 05 abril 2012
Como David contra Goliat
Tras perder su mano, enfrentó a la Marina en una batalla por lograr que le permitieran regresar al campo de guerra, cosa que logró tras cinco años de lucha. Mas allá de las medallas y reconocimientos que pueda alcanzar en su carrera en la Marina de Estados Unidos, el sargento boricua Ricardo Ramírez posee una distinción que nadie podrá igualar. Es él, el primer oficial no-comisionado en la historia de esta entidad y de la milicia estadounidense, que logra ser reinstalado con una mano amputada o cualquier tipo de amputación, y regresar como infante a la guerra.
Con una sola mano, y un gancho de hierro, Ramírez ganó la 'guerra' más violenta de su vida. Y no fue necesariamente en las peligrosas regiones de Irak o Afganistán. Su batalla fue ante el propio sistema del Ejército que no permite a militares con heridas graves regresar a combate. Ramírez, natural de Quebradillas, ingresó a la Marina en el 2000, a sus 18 años. Y su vida cambió el 21 de febrero del 2006 en medio de una misión en la ciudad de Falujah en Irak. "Estábamos buscando unos explosivos en una casa de la organización Al Qaeda. Mientras registrábamos, comenzaron a atacar un convoy de nuestra unidad. Luego de responder al ataque, ordené reforzar posiciones, reagruparnos y distribuir municiones. En un momento necesitaba un explosivo y uno de mis compañeros me pasó uno -tipo granada- y me explotó en la mano
izquierda", contó.
De inmediato, Ramírez fue llevado a un hospital en Bagdad, donde le amputaron la mano. Posteriormente, fue trasladado a Alemania y, finalmente, a Texas para cumplir varios meses con un proceso de rehabilitación. Tras regresar a casa, transcurrieron cinco años de lucha para demostrar que merecía otra oportunidad. Confesó que la batalla fue intensa y que en el camino sintió enojo y frustración por los obstáculos que aparecían. Pero tuvo el coraje de continuar y probar que con una sola mano podía combatir al igual que los demás.
"Aquí lo importante es no dejarte caer ni deprimirte. No fue fácil probar que podía hacerlo, pero si una puerta se cierra, lo importante es seguir peleando", dijo al reflexionar sobre lo acontecido en su vida. Te ofrecen un trabajo como entrenador de combate, pero no quieren que regreses como infante de guerra", relató. Ramírez tomó el camino difícil...