“Las guerras las declaran los ricos y las pelean los pobres”
Texto: Juan Pablo Crespo
“Las guerras las declaran los ricos y las pelean los hijos de los pobres, éste es el perfil más común de los soldados estadounidenses”, dijo a PANORAMA, desde Puerto Rico, Sonia Santiago Hernández, fundadora de la ONG Madres contra la guerra.
El hijo de Sonia, J.J. Santiago, de 30 años, estuvo en Irak como soldado, donde fue contaminado con uranio reducido y ahora recibe una pésima asistencia médica, como sucede, según ella, con la mayoría de los veteranos.
Para evitar posibles represalias contra el hijo de Sonia, aquí se identifica como J.J. Santiago.
—¿Cómo es el reclutamiento de los jóvenes para las Fuerzas Armadas de Norteamérica?
—En el año 2002, el presidente George W. Bush firmó la ley Ningún niño quede rezagado, que supedita los fondos escolares y universitarios para permitirle a los reclutadores entrar a las instituciones educativas y acceder a la base de datos confidencial de los jóvenes entre 16 y 25 años. La administración Bush ha destinado, al año, 44 mil millones de dólares a los centros de reclutamiento, donde le dicen a los jóvenes que si firman un contrato, por cuatro años, le entregan 20 mil dólares. Lo que no les dicen es que son cuatro años activos y otros cuatro años inactivos. Mienten al decirles que no irán a los escenarios de guerra. La ley tiene la cláusula 9.528 que permite que la familia o el joven le informe al director escolar que no quieren que la información confidencial sea dada a los reclutadores.
ver art. completo en http://www.panorama.com.ve/02martes/409001.html
TESTIMONIO. LA MADRE DE UN SOLDADO MUERTO EN LA GUERRA, HABLÓ CON PANORAMA
“Mi hijo deseaba salir de Irak”
Texto: Juan Pablo Crespo
Mañana se cumplen cinco años del inicio de la guerra. “Es una guerra sin causa y ya está bueno de que estemos perdiendo a nuestros hijos, hermanos o esposos”. “Es hora de retirar las tropas de Irak”. Carmen Hernández contó cómo murió su hijo en el campo de batalla.
“Mi hijo me dijo que no quería convertirse en una máquina de matar, porque para eso los entrenan”. “Sentí como si me acuchillaran el corazón, así se siente”.
“Fue una sensación bien horrible, jamás me dijeron lo que estaba pasando. Me enteré del fallecimiento de mi hijo un día después de su muerte. Recibí una llamada telefónica de la abuelita de mi hijo, por su voz sabía que algo andaba mal, y le dije, ¡qué te pasa!, inmediatamente me percaté que no le pasaba nada a ella, sino que la noticia era para mí.
ver art. completo en http://www.panorama.com.ve/03miercoles/409281.html