26 de abril de 2014
El derecho a la salud de los ciudadanos conlleva una obligación inexcusable del Gobierno de proveer servicios de calidad y de mantenerse vigilante para asegurarle a cada paciente el cuidado médico-hospitalario que su condición requiera.
Para cumplir con esta obligación, es menester que los hospitales garanticen las más estrictas normas de profesionalidad, no sólo en lo que concierne a los servicios médicos propiamente, sino también a todo lo relacionado con el manejo adecuado de los protocolos de limpieza de las instalaciones y de los expedientes de los pacientes, incluyendo el seguimiento médico que precisan.
En ese marco, consterna la noticia publicada en El Nuevo Día sobre el fracaso del Hospital de Veteranos de Puerto Rico en una reciente auditoría federal que detectó fallas graves que han puesto en peligro la vida de pacientes, víctimas de negligencia durante su estadía en dicha institución, y, en algunos casos, después de que han sido dados de alta sin instrucciones adecuadas de seguimiento en el hogar.
Los hallazgos de una auditoría de la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Asuntos del Veterano, explicados en un informe preparado tras una visita de inspección en febrero pasado, incluyen fallas en control de calidad, manejo de medicamentos, coordinación de cuidado y manejo de riesgo relacionado con la atención a pacientes y la seguridad hospitalaria, que tiene que ver con las prácticas de higiene de la institución.
En diciembre de 2013 la OIG había publicado un primer informe que detalló el caso de un paciente de 40 años que sufrió malnutrición, deshidratación extrema, reducción de casi 100 libras de peso y un alta a destiempo, tras lo cual no se le coordinó el seguimiento adecuado en el hogar ni se informó correctamente a los familiares. El nuevo informe menciona otros casos de mal manejo post hospitalario.
De lo que se trata es del incumplimiento, por parte del único de nuestros hospitales que atiende a veteranos de guerra, de las normas básicas de administración de una institución de su tipo, que el año pasado recibió a más de medio millón de pacientes, 57,509 de los cuales fueron hospitalizados.
Con una plantilla de 2,929 empleados, el Hospital de Veteranos de Puerto Rico incumplió con requisitos como incluir a médicos tales como los directores de emergencias y de cuidado crítico en el comité de revisión de la facultad médica, así como atender deficiencias en la unidad restringida de salud mental.
De hecho, la auditoría detectó que el personal que trabaja en esa unidad no tiene el entrenamiento necesario para identificar y corregir ciertas situaciones de peligro que ocurra y no conoce un estudio sobre suicidios en la unidades psiquiátricas del Centro Nacional para la Seguridad del Paciente, una oficina adscrita al Departamento de Asuntos del Veterano. Es importante notar que el área de la salud mental requiere gran atención pues muchos de los veteranos que regresan de conflictos, como los de Irak y Afganistán, presentan daño cerebral severo.
Sonia Santiago, portavoz de la organización Madres contra la Guerra, opinó que el hospital no se preparó para la "avalancha" de soldados que regresó de esos conflictos con condiciones de salud mental que requerían atención especializada que, según ella, no es suficiente en la institución. Mencionó el caso de un soldado que tuvo que irse a Estados Unidos para poder recibir tratamiento.
Reconocemos que el Hospital de Veteranos se ha comprometido a corregir en los próximos meses muchas de las fallas señaladas, pero sostenemos que es imprescindible que, además, se considere seriamente aumentar la plantilla de médicos y otro personal especializado, con experiencia en el manejo de veteranos de guerra con condiciones de salud, para que estos pacientes reciban la atención y el tratamiento que merecen.
El sacrificio que representó para ellos y sus familias el haber participado en conflictos bélicos tiene que compensarse, al menos en parte, con una atención sicosocial y médico-hospitalaria de calidad que brinde alivio real a sus tribulaciones de salud.
En ese marco, consterna la noticia publicada en El Nuevo Día sobre el fracaso del Hospital de Veteranos de Puerto Rico en una reciente auditoría federal que detectó fallas graves que han puesto en peligro la vida de pacientes, víctimas de negligencia durante su estadía en dicha institución, y, en algunos casos, después de que han sido dados de alta sin instrucciones adecuadas de seguimiento en el hogar.
Los hallazgos de una auditoría de la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Asuntos del Veterano, explicados en un informe preparado tras una visita de inspección en febrero pasado, incluyen fallas en control de calidad, manejo de medicamentos, coordinación de cuidado y manejo de riesgo relacionado con la atención a pacientes y la seguridad hospitalaria, que tiene que ver con las prácticas de higiene de la institución.
En diciembre de 2013 la OIG había publicado un primer informe que detalló el caso de un paciente de 40 años que sufrió malnutrición, deshidratación extrema, reducción de casi 100 libras de peso y un alta a destiempo, tras lo cual no se le coordinó el seguimiento adecuado en el hogar ni se informó correctamente a los familiares. El nuevo informe menciona otros casos de mal manejo post hospitalario.
De lo que se trata es del incumplimiento, por parte del único de nuestros hospitales que atiende a veteranos de guerra, de las normas básicas de administración de una institución de su tipo, que el año pasado recibió a más de medio millón de pacientes, 57,509 de los cuales fueron hospitalizados.
Con una plantilla de 2,929 empleados, el Hospital de Veteranos de Puerto Rico incumplió con requisitos como incluir a médicos tales como los directores de emergencias y de cuidado crítico en el comité de revisión de la facultad médica, así como atender deficiencias en la unidad restringida de salud mental.
De hecho, la auditoría detectó que el personal que trabaja en esa unidad no tiene el entrenamiento necesario para identificar y corregir ciertas situaciones de peligro que ocurra y no conoce un estudio sobre suicidios en la unidades psiquiátricas del Centro Nacional para la Seguridad del Paciente, una oficina adscrita al Departamento de Asuntos del Veterano. Es importante notar que el área de la salud mental requiere gran atención pues muchos de los veteranos que regresan de conflictos, como los de Irak y Afganistán, presentan daño cerebral severo.
Sonia Santiago, portavoz de la organización Madres contra la Guerra, opinó que el hospital no se preparó para la "avalancha" de soldados que regresó de esos conflictos con condiciones de salud mental que requerían atención especializada que, según ella, no es suficiente en la institución. Mencionó el caso de un soldado que tuvo que irse a Estados Unidos para poder recibir tratamiento.
Reconocemos que el Hospital de Veteranos se ha comprometido a corregir en los próximos meses muchas de las fallas señaladas, pero sostenemos que es imprescindible que, además, se considere seriamente aumentar la plantilla de médicos y otro personal especializado, con experiencia en el manejo de veteranos de guerra con condiciones de salud, para que estos pacientes reciban la atención y el tratamiento que merecen.
El sacrificio que representó para ellos y sus familias el haber participado en conflictos bélicos tiene que compensarse, al menos en parte, con una atención sicosocial y médico-hospitalaria de calidad que brinde alivio real a sus tribulaciones de salud.