1 de abril de 2013 (Sonia Santiago Hernández, portavoz 787-619-5175)
Ante la posibilidad de un conflicto bélico en Corea, reiteramos nuestra oposición a las guerras como modo de lidiar con disputas nacionales o internacionales. Hemos vivido en el seno de nuestras familias el horror de las guerras y no queremos que se desarrolle otro frente de guerra que tantas vidas cuesta.
Reconocemos que hay todo un proceso de aumento de tensiones y posturas amenazantes entre los países en conflicto que preceden a las guerras. Los ejercicios militares que Estados Unidos junto a Corea del Sur realizan , con stealth bombers (cuestan $23,000 millones cada uno) y con toda una gama de despliegue militar aumenta la tensión y son vistos como actos de provocación por Corea del Norte quien a su vez responde con otro despliegue militar. Nos parecen gallos de pelea enseñando su plumaje antes de la pelea.
Cuando hay acciones de aumento de tensiones en preparación a la violencia, es imperativo que se intervenga con sensatez, con cordura y con responsabilidad histórica para prevenirla. Como madres, creamos vida. Nosotras cultivamos la vida. La guerra es la antítesis de la maternidad. Le hacemos un llamado a las Naciones Unidas para que medie en el conflicto; al presidente de EEUU, Barack Obama, a Kim Sung II, presidente de Corea del Norte y a Park Geun- hye, de Corea del Sur, para que reine la cordura y se evite otra guerra. Les hacemos este llamado para que actúen como guardianes del mundo que nuestros hijos e hijas van a heredar. Hacemos esta demanda por nuestros familiares y nuestras naciones. Hacemos estas demandas por las familias que no conocemos en Corea del norte y Corea del Sur pues son las víctimas y civiles inocentes quienes siempre sufren la peor parte en una guerra. Hacemos esta demanda por los militares que ya están enfermos y angustiados por las guerras. Hacemos esta demanda porque nosotras entendemos las consecuencias humanas de la guerra, que destruye salud, hogares y seguridad, creando desolación y muerte.
Murieron 750 soldados boricuas en la guerra de Corea que duró tres años a principios de los 1950s. Ellos y sus familias sufrieron inmensamente. Que no se repita la historia.
Porque la maternidad es vida y la guerra es muerte, luchamos por la paz madrescontralaguerra@gmail.com