...LA GUERRA ES LA ANTITESIS DE LA PAZ Y NOSOTRAS LUCHAMOS POR LA PAZ...

2 de agosto de 2008

"SI LAS MADRES GOBERNARAN EL MUNDO..."

El Nuevo Día
02-Agosto-2008
Hiram Lozada
Presidente Asociación Americana de Juristas Capítulo de Puerto Rico
Madres contra la guerra

Si las madres gobernaran al mundo, no habría guerras. Y si las hubiera, por error de los hombres, las madres penetrarían en los campos de batalla, entre los intersticios de los disparos y pese a las protestas de los generales, a buscar y rescatar a sus hijos.
Para que haya guerras es necesario que los países y sus ejércitos tengan que ser controlados por los hombres. Por eso se desalienta la maternidad en las fuerzas armadas. Por eso se cultiva el desprecio por la vida. Por eso promueven la falsa masculinidad. El dolor y el sufrimiento de las madres es el inicio de la paz. Sus lágrimas sobre los ataúdes de sus hijos y su dolor inmenso por la pérdida del hijo en la guerra, provocan manifestaciones masivas y las negociaciones perentorias por la paz. Por eso se oculta la llegada de los ataúdes en los aeropuertos militares.
No es que los hombres no sufran. Es que se creen obligados a suprimir muy pronto el dolor. Es que se creen el cuento de que los hijos mueren por la defensa de la nación y la democracia. Sólo si amaran como mujer, entenderían.
Las madres se organizan contra la guerra (a veces, los hombres ayudan). Las madres se buscan, se reconocen y se identifican en el dolor. Los padres se quedan sentados, esperando las palmaditas en las espaldas, escuchando en silencio los susurros de la pena, ocultando las lágrimas. Las madres no se conforman. El hijo perdido jamás morirá en la materia firme del recuerdo, ni en la memoria atada a los latidos vivos del corazón.
Cuando el hijo o la hija, pese a sus consejos, ingresa en las fuerzas armadas, las madres no pierden su rumbo, ni dejan de procurarlos por todos los medios a su alcance. Se van detrás de ellos, viven y duermen con ellos en las barracas militares y siguen sus pasos forzados en el adoctrinamiento que los destruye.
María Santiago, madre de Orville Gómez, no se conformó. Orville cayó en depresión durante su servicio militar en Fort Campbell, Kentucky. Estuvo dispuesto a matarse antes que matar a otros en la guerra. El Ejército se negó a reconocer la crisis. Lo hubiera enviado, enfermo, a la guerra en Irak. María fue a buscarlo a la base y ambos salieron de allí, sin permiso de nadie, caminando. Sus pasos de libertad y vida fueron también pasos hacia la paz. Si las madres gobernaran el mundo…