Entre sollozos y aplausos, familiares despiden a 43 militares, que estarán destacados por un año en Afganistán.
Permanecerán ocho semanas en suelo estadounidense para los entrenamientos de rigor y, luego, partirán hacia Afganistán. (Ángel M. Rivera/ END)
Todavía no salía el sol cuando unos 43 soldados boricuas de la Reserva del Ejército de Estados Unidos arribaron al aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín para iniciar la travesía que los llevará a Afganistán por un año.
Algunos llegaron con cara de susto. Otros, evitaban pensar en la magnitud de la tarea que les espera en el convulso país. Mientras, unos pocos vacilaban al bajar su equipaje de la guagua que los transportó desde el Fuerte Buchanan, en Guaynabo. Muchos llegaron sin familiares para evitar el trago amargo de la despedida en la víspera del Día de Reyes, pero los que llegaron acompañados recibían abrazos y estrujones de sus hijos, esposas, madres y padres.
El grupo de la Compañía 268 de Transportación y Carga partió en dos vuelos diferentes con destino al Fuerte Lewis en el estado de Washington para las ocho semanas de entrenamiento previo a su viaje al continente asiático.
"No puedo opinar sobre la guerra. Voy a hacer un trabajo. Salgo y regreso", comentó Yolanda Rivera Sánchez.Esta es la segunda vez que la militar de 29 años visita la Base Bagran de Afganistán para realizar tareas de transporte de equipo.
A pocos pasos, Efraín Rivera Rodríguez se paseaba entre el equipaje, donde se observaba un bulto con la bandera de Puerto Rico.
"Para esto uno tiene que prepararse mental y físicamente", indicó.
Rivera Rodríguez, de Ceiba, precisó que el momento más difícil de la partida fue despedirse de su hijo de 10 años.
"Estaba triste, pero tranquilo. Sabe que estoy haciendo esto por él y por su futuro", afirmó.
Explicó que para evitar la ansiedad del viaje y de su participación en la denominada Operación Libertad Duradera mantiene la mente "ocupada y enfocada en su trabajo".
Después de los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono, Estados Unidos declaró la guerra al régimen talibán que gobernaba Afganistán por negarse a entregar a Osama bin Laden, que supuestamente estaba en dicho país.
El año pasado esta guerra costó sobre 100 vidas de militares estadounidenses, incluyendo boricuas.
Casi a la entrada del área de los mostradores de las líneas aéreas, la familia de Edward Carrión Cruz, de Cataño, esperaba por la despedida.
Su esposa, María Ortiz, se mantenía abrazada al militar y sus padres, Mirna Cruz y Edward Carrión, aunque tensos, conversaban sobre diversos temas.
Cruz y Carrión señalaron a El Nuevo Día Domingo que han manejado las preocupaciones del viaje de su hijo con la ayuda de los grupos de apoyo de la Reserva.
Además indicaron que ya establecieron un plan de comunicación para mantenerse en contacto con su hijo por internet y teléfono.
La familia de Miguel Decene Rivera también tiene su plan para sobrevivir a esta separación.
Su esposa Blanca Albino y sus hijos Emily, de 20 años, y Harold, de 17, utilizarán la internet y tomarán muchas fotos para evitar que el militar se pierda los momentos importantes en la vida de sus dos vástagos.
No estuvo presente en la graduación de noveno grado de su hija y, en esta ocasión, se perderá la graduación de cuarto año de su hijo.
Emily comentó que no está de acuerdo con la guerra, pero que respeta la carrera militar de su padre.
"Él es mi héroe", indicó la estudiante universitaria, que junto a su hermano cabildeará para que su padre se acoja al retiro después de esta movilización.
"Él estaba esperando la carta del retiro, pero primero le llegó la carta de esta activación", comentó Albino, quien adelantó la celebración familiar del Día de Reyes para poder celebrar junto a su marido.
Luego, la familia se perdió entre los soldados del primer viaje que partía, quienes entre lágrimas, aplausos y sollozos comenzaron a decir adiós.
Otro grupo de siete soldados partió en la tarde.