Pyeongtaek, Corea del Sur. Décadas después del final de la Guerra de Corea, en 1953, los restos de docenas de supuestos soldados de Estados Unidos muertos en combate emprendieron el miércoles su camino de regreso a casa tras una ceremonia de repatriación en Corea del Sur.
Corea del Norte entregó la semana pasada 55 cajas con restos y permitió que un avión de transporte del ejército estadounidense los trasladase a una base aérea de Washington cerca de Seúl. Aunque fue un aparente gesto de buena voluntad de Pyongyang hacia Estados Unidos, la devolución se produjo ante el creciente escepticismo de que la hermética nación cumpla con su promesa de desarme nuclear.
Cientos de soldados estadounidenses y surcoreanos participaron en la ceremonia de repatriación celebrada en un hangar de la base Osan. El acto incluyó un minuto de silencio, salvas de fusil y la interpretación de los himnos de las dos naciones y de piezas fúnebres ante los cofres de metal cubiertos con banderas de Naciones Unidas.
"Para el guerrero, este es un valioso deber, un compromiso que se realiza al otro antes de salir a la batalla y que pasó de una generación de combatientes a la siguiente", dijo Vincent Brooks, jefe del ejército de Estados Unidos en Corea del Sur, en su discurso. "Este es un recordatorio solemne de que nuestro trabajo no está complete hasta que todos hayan sido encontrados, no importa el tiempo que lleve".
Los restos se trasladaron entonces en camionetas grises hasta el aeródromo, donde soldados de las dos naciones los metieron en dos aviones de transporte. Cuatro cazas estadounidenses realizaron un vuelo raso en señal de homenaje.
Los aviones partieron más tarde el viernes hacia Hawái, donde se someterá a los restos a un profundo análisis forense, en algunos casos con perfiles de ADN mitocondrial, en un laboratorio del Departamento de Defensa para proceder a su identificación. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, dijo la semana pasada que la entrega de los cofres era un signo positivo pero no una garantía de que se tratase de efectivos estadounidenses.
Un funcionario estadounidense de Defensa explicó el martes que podrían pasar meses, sino años, hasta que se determine por completo la identidad de todos los restos. El funcionario, que desveló aspectos desconocidos sobre el asunto bajo condición de anonimato, dijo que, junto a los restos, Corea del Norte solo proporcionó una placa de identificación militar, aunque desconocía más detalles sobre la pieza, incluyendo el nombre que figuraba en ella o si pertenecía al ejército estadounidense.