Expulsiones por delitos o conducta impropia han aumentado en los últimos años
Por LOLITA C. BALDOR / AP
La cantidad de soldados expulsados por delitos o conducta impropia ha aumentado desde el 2007. (Archivo)
Datos obtenidos por The Associated Press muestran que el número de oficiales que salió del ejército por mala conducta se triplicó con creces en los tres últimos años. Y el número de enrolados expulsados por drogas, alcohol, delitos u otras irregularidades de comportamiento aumentó de 5,600 en el 2007, en la etapa más dura de la guerra de Irak, a más de 11,000 el año pasado.
Los datos revelan grandes diferencias entre las distintas ramas del aparato militar y ponen de manifiesto las consecuencias que las misiones prolongadas y reiteradas a los frentes de combate han tenido en los soldados y sus líderes.
Reflejan también el rápido crecimiento del ejército al promediar la década, y las decisiones de flexibilizar un poco las normas para incorporar y retener a decenas de miles de soldados mientras el Pentágono agregaba efectivos en Irak y seguía la lucha en Afganistán.
El ejército llegó a tener unos 570,000 soldados durante lo más áspero de las guerras, y éstos representaron el grueso de los efectivos en los campos de batalla en comparación con los otros servicios armados.
"Yo no diría que se toleró la falta de carácter en el escenario bélico, pero puede que hayamos perdido de vista este asunto tras 10 ó 12 años de misiones reiteradas y de un elevado ritmo de operación", dijo el general Ray Odierno, el jefe máximo del ejército, a la AP la semana pasada. "A veces hemos pasado por alto cuestiones de carácter en favor de la aptitud y la dedicación".
Sus comentarios reflejan las preocupaciones ventiladas varias veces en los últimos meses por el general del ejército Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto. Los descuidos éticos, dijo Dempsey, pueden atribuirse de algún modo a diez años de guerra en que los militares no equilibraron debidamente carácter y aptitud.
"No es la guerra lo que ha causado esto", afirmó. "Es el ritmo, y nuestra incapacidad para comprender que a ese ritmo estábamos descuidando las herramientas que nos mueven como profesión".
A lo largo del año pasado, una serie de escándalos —desde agresiones sexuales hasta maltrato del enemigo y gastos no autorizados— ha afectado a los militares, lo que provocó amplias revisiones éticas y nuevas políticas de personal.
Esos escándalos incluyeron la democión del general William "Kip" Ward por gastos excesivos y no autorizados; acusaciones de conducta sexual impropia contra el general de brigada Jeffrey Sinclair, y episodios de juegos de azar y consumo de alcohol por parte de otros oficiales. También ha habido infantes de Marina que orinaron sobre los cadáveres de talibanes y soldados que posaron junto a restos corporales de milicianos afganos.
Como consecuencia, el secretario de Defensa Chuck Hagel y otros líderes dicen que la ética es prioritaria, y ahora suelen hablar sobre ella frecuentemente a soldados y oficiales. También han tomado iniciativas destinadas a identificar y lidiar con los problemas.
"Ahora les estamos prestando mucha más atención. No toleramos en absoluto a aquellos que manifiestan falta de carácter", afirmó Odierno. "Tenemos que reconcentrarnos para llegar a donde creemos que tenemos que llegar".
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