...LA GUERRA ES LA ANTITESIS DE LA PAZ Y NOSOTRAS LUCHAMOS POR LA PAZ...

26 de abril de 2008

Las guerras la han perseguido toda su vida


Firuzeh Shokooh Valle
Primera Hora
Las guerras no la han dejado tranquila. Desde que era una niña en Naranjito, Sonia Margarita Santiago escuchaba las historias de la guerra de Corea que relataban sus tíos y su madre, quien recordaba cómo los camiones se llevaban a los muchachos para la Primera Guerra Mundial. Pero, no sólo fueron las historias de guerra lo que la impresionaron.
Sonia Santiago conoce la guerra muy bien. Está casada con un veterano de Vietnam, y uno de sus cuatro hijos, Javier, estuvo en Irak un año y medio patrullando las calles de Bagdad, Basora y Kirkuk. Como madre y esposa ha vivido las consecuencias devastadoras de la guerra: la depresión, el trauma, el aislamiento, el terror, los recuerdos, la culpa.
“Todos esos famosos beneficios que supuestamente les van a dar después de la guerra, de nada les vale porque no los pueden disfrutar”, dice la fundadora de la organización Madres contra la Guerra durante una entrevista en su casa en Dorado, donde vive con su esposo, Víctor Figueroa, su hijo menor, “Chago”, y su mamá, doña Lola.
Santiago, de 58 años, tiene muchas cosas que decir. Sus ojos azules cristalinos saltan cada vez que pronuncia una palabra. La conversación fluye como un río a punto de desbordarse. Con pensamientos desordenados y sin cronología. Así mismo se podría sentir una persona en medio de la guerra: en un tiempo sin tiempo.
¿De dónde es?
-Me crié en una familia bien católica en Naranjito. Soy hija única, pero me criaron con mucha disciplina, con disciplina de campo, de mucho trabajo. Mi mamá es huérfana de madre y crió a sus nueve hermanos en el campo de Naranjito. Mi padre era un ser de luz. Llegó hasta el segundo grado y ella, hasta cuarto, pero tenían una inteligencia natural. Mi papá tenía el colmado del pueblo. Los dos pusieron todas sus aspiraciones en mí.
¿Era una familia muy católica?
-Sí.
¿Y conservadora?
-No necesariamente. Eran bien luchadores. Mi mamá formó parte del movimiento del pueblo que se opuso a que tiraran un gasoducto por el pueblo. Yo tenía ocho o nueve años y me daba tanta vergüenza (se sonríe), porque íbamos de casa en casa a pedir firmas. Mi mamá fue hasta el Capitolio. Creía que ser católico iba a la par con la transformación social.
¿Cómo surgió su conciencia en contra de las guerras y a favor de la paz?
-(Piensa) Por mis tíos. Todavía recuerdo sus conversaciones con mi madre. Recuerdo cuando mi tío Andrés preguntaba por qué tuvo que pelear en la guerra de Corea y decía: '¿Qué me han hecho los coreanos a mí?'. Yo escuchaba esto desde pequeña y la oposición férrea de mi madre y lo mucho que a ella le había dolido que sus hermanos fueran a la guerra. Mi madre, que va a cumplir un siglo de vida, todavía recuerda a los camiones llevándose a los hombres para la Primera Guerra Mundial. Recuerda a las mujeres gritando.
¿Cuándo entra de lleno en el activismo?
-En la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, me uní al Comité de Resistencia al Servicio Militar Obligatorio (Crasmo) con monseñor Antulio Parrilla Bonilla, líder del movimiento cooperativista y parte del movimiento de la Teología de la Liberación. Era la época de la guerra de Vietnam en 1966, la época de los flower children en contra de la guerra.
¿Era hippie?
-No, no, eso no. Yo quería ser una intelectual.
La guerra los marca
Luego de terminar su bachillerato en psicología en la UPR, emigró con sus padres y el padre de sus hijos —en aquel momento tenían dos— a Los Ángeles, donde vivió 18 años. Estudió su doctorado en psicología clínica en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y trabajó con la Iglesia Católica con sobrevivientes de la guerras centroamericanas. Actualmente dirige el Programa de Asistencia Psicológica a Víctimas del Crimen en la Universidad Carlos Albizu.
¿Cómo su hijo se unió al Ejército de Estados Unidos?
-Ahí es que está la contradicción irreconciliable. ¿Cómo es posible que un hijo mío se haya enlistado en las Fuerzas Armadas? Y es que el diablo tiene mucha cizaña... Mi hijo terminó un bachillerato en Educación en mayo del 2001 y estuvo 10 meses desempleado... Había cogido $8,000 en préstamos estudiantiles universitarios y a los seis meses los bancos empiezan a llamar y a pedir que se les devuelva el dinero y amenazan diciendo que se les va a dañar el crédito. Para no forzar la situación económica, negoció que le cancelaran la deuda por un contrato de ocho años, cuatro como activo y cuatro como inactivo... No nos dijo nada, no lo consultó con nadie.
¿Cómo fue eso para usted?
-Una decepción, una desilusión. Le dije: 'Javi, ¿y si se esmanda una guerra?'. Y me dijo: 'Ay, mami, no va a pasar nada' (suspira)... Entró con las primeras fuerzas de ocupación en Irak el 19 de marzo de 2003. Pusimos cinco líneas de teléfono en la casa. Íbamos a los trabajos y volábamos de regreso por si acaso nos llamaba. Estuve hasta seis semanas sin saber de él. Como era infantero, no tenía acceso a Internet. Estaba patrullando las calles de Irak.
¿Cómo impactó la guerra a su hijo?
-A los soldados se les prohíbe hablar de lo que hacen en las guerras, así es que te puedo hablar en términos generales de lo que los soldados cuentan sin decir que es mi hijo. Los soldados dicen que las calles huelen a sangre... Mueren cada mes entre 800 y 1,000 civiles iraquíes. En total, han muerto 1,200,000 civiles iraquíes desde que empezó la guerra, de acuerdo con dos estimados de la Universidad Johns Hopkins y las Naciones Unidas. Hay más de cuatro millones de personas desplazadas de Irak. Los soldados ven las familias enteras huyendo del horror de la guerra, se ven heridos por las calles, familiares corriendo con niños destrozados. Una de las cosas que dicen es el cargo de conciencia porque tienen una orden de matar a cualquier civil si le dan la orden de “alto” y no lo hacen...
¿Cómo llegan estos soldados?
-Vienen bien marcados, aislados, no se quieren inmiscuir con la familia, se le dice: 'Te vamos a hacer una fiesta de bienvenida'. Y dicen que 'si haces una fiesta aquí, me voy'. Su grupo primario deja de ser la familia para convertirse en el grupo de los soldados con quienes compartieron... Mi hijo también tiene dos discos herniados por la mochila que tenía que cargar de 75 libras y el uranio reducido le produjo osteoporosis y osteoartritis. Esto es bien común entre los soldados.
¿Qué está haciendo su hijo ahora?
-Muchos de los soldados vienen de la zona de guerra con el síndrome de estrés postraumático (PTSD) que se caracteriza por una disfunción psicológica y funcional, asociados entre el mundo que te circunda y lo que provocó el trauma. En el caso de los soldados, se conoce como inducido por el combate. Por ejemplo, el sonido de los helicópteros los pone bien nerviosos, el cocinar con ajo les trae recuerdos... porque los iraquíes consumen mucho ajo. Uno de los efectos peores son los cambios emocionales que te impiden funcionar académica o profesionalmente. Están hipervigilantes, no pueden estar en grupos grandes... Esto les trae muchos problemas ajustándose a su vida familiar, comunitaria y ocupacional... Y la culpa por haber participado en un conflicto bélico, haber presenciado situaciones terribles, por haber sido asesinos...
¿Él ha podido rehacer su vida?
-Parcialmente. Como tantos otros soldados, no puede trabajar, no ha podido estudiar. Sólo recibe un 30% de incapacidad, como $310 mensuales. Está bien nervioso... Se casó con su novia de escuela superior y te digo sinceramente que no creo que hubiera podido...
¿Casarse con una persona que no lo conociera de antes?
-Exactamente.
¿Cuáles eran sus sueños?
-Sus sueños eran hacer una maestría en matemáticas. Y se le han tronchado todos sus sueños.. Seguir con el balompié, era atleta.
Luego de regresar, Javier, ahora de 32 años, se declaró objetor por conciencia y se fue a Texas a vivir con su esposa. Santiago aseguró que allá los veteranos reciben mejores servicios médicos y psicológicos que en Puerto Rico.
¿Su hijo está involucrado en algún grupo de activismo contra la guerra?
-No, no quiere estar en ningún grupo.
¿Su esposo también es veterano de guerra? ¿Cuál es su postura en torno a la guerra?
-Está en contra de la guerra. Estuvo en lo que se conoce como Hamburger Hill, una situación bélica espantosa... Está diagnosticado con el síndrome de estrés postraumático. En los días nublados se pone de un humor espantoso y muy deprimido. Estuvo en una zanja durante los monsoon en Vietnam (la época de lluvias intensas). Estuvo tres meses sin que lo vinieran a rescatar, lleno de lapas, y no podía salir del agujero. Está severamente afectado y emocionalmente marcado por la guerra.
A usted la ha perseguido el tema de la guerra.
-Es increíble.


Apoyo a familiares de los soldados
La máquina contestadora del teléfono de la casa de Sonia Santiago siempre tiene decenas de mensajes de familiares de soldados buscando orientación.
La fundadora y coordinadora de la organización Madres contra la Guerra ha dedicado gran parte de su tiempo a ayudar a buscar servicios y apoyar a otras madres y familiares de soldados puertorriqueños que están o han estado en la guerra de Irak. Empezaron unas cuantas madres y ahora son más de 200 familias.
¿Cuándo se fundó Madres contra la Guerra?
-El primero de mayo del 2003 escucho al presidente (George W.) Bush decir que se había acabado la guerra. Me indigné tanto. Entonces empecé a identificar a personas afines con esta lucha contra la guerra y a ayudarlos cuando regresaban los soldados de Irak. Se llama Madres contra la Guerra porque somos las madres, casi siempre, las que damos todo por nuestros hijos, y también en solidaridad con esas madres de soldados de Irak y Afganistán que sufren igual.
Ustedes llevan un conteo distinto de los soldados puertorriqueños que han muerto en Irak.
-Son 88 soldados puertorriqueños que han muerto en Irak y en Afganistán. También contamos los que mueren a su regreso a consecuencia de las mutilaciones, los suicidios y los que son de ascendencia puertorriqueña.
¿Qué opina del discurso del Gobierno de Puerto Rico en torno a la guerra?
-No se han pronunciado en contra de la guerra. Lo que pedimos es que hagan como Arnold Schwarzenegger en California, que es republicano y pidió que no enviaran más tropas a Irak. Lo que ha dicho el Gobernador (Aníbal Acevedo Vilá) ha estado bien aguado.
¿Por qué cree que ha sido un tema invisible?
-Aquí hay mucho insularismo, mucha pelea chiquita. No se tiene esa visión del mundo. Pero el pueblo puertorriqueño ha vivido tantas guerras. Debía ser un tema mucho más visible.
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